miércoles, octubre 31, 2007

Las elecciones afectivas

(Laocoonte, s. I. a.C.)


Dos poetas nuevos en la curaduría virtual de Las elecciones afectivas: Iván Cruz Osorio y el jovencísimo Eduardo de Gortari. Dejo aquí un poema del primero (omito las dedicatorias por vergüenza):


Contracanto

Y la Fe derrochada en sueños de café
Y nuestro salvajismo alentado como Virtud

Y el diálogo entre la carne y las bayonetas.

W. Shakespeare.

Y tomamos café y hablamos de ese país
del árido paisaje de sangre,
del largo temor de siglos,
de las tribus, de los mayores
y la miseria de la noche.

Tomamos café mientras esperamos la respuesta de
[los hados,
mientras enviamos a Eurípilo a consultar el oráculo
[de Febo
y ardemos en ansias de saber,
de interpretar la furia de los dioses,
la cólera que nos impide el regreso.

Tomamos café mientras ocultan la muerte de
[Franz Ferdinand
y en el Volga cantan los insurrectos,
tomamos café mientras estallan los primeros motines
y se cortan las primeras cabezas,
mientras elogiamos las manos de Rosa Luxemburgo
y las largas piernas de Marta Hari,
tomamos café mientras las serpientes se enroscan
al tronco y la cerviz de Laocoonte,
y Tiresias toma una taza de té
frente a la vidriera del Croissant
y nos dice: "Con sangre aplacaron a los vientos
al tiempo en que arribaron a la costa troyana por
[vez primera.
Es fuerza que con sangre demanden el regreso".

Tomamos café mientras Stalingrado cuenta a sus
[muertos,
y Madrid se estremece en ruina
entre el denso humo y la conmoción,
mientras los milicianos
gritan consignas y nos cuentan su derrota,
mientras Febo mismo llega a nuestra mesa y dice:
"Su patria y su tiempo
como mi patria y mi tiempo nacieron muertos,
Júpiter en su furia todo lo ha hecho pasar
a manos de los dánaos,
hermanos, lo único que me interesa ahora
es ponerme a gritar sobre la Torre de Londres
para que venga una mujer y me ame".

Tomamos café mientras las ninfas caminan por calles
[angostas
y miramos el humo de sus cigarros,
mientras se despiden agitando sus pañuelos blancos,
y yo les digo que habrá un tiempo para destruir,
y que habrá un tiempo para crear de nuevo,
y que incluso habrá un tiempo para tomar el té
mientras damos vuelta al timón y miramos a barlovento.
Porque después de todo,
después de las tazas,
después del café y las galletas,
después de algunas conversaciones más,
después de encuentros y desencuentros,
habrá valido la pena contarlo todo,
habrá valido la pena hablar de los muertos, de la sangre,
[de la lucha
que construyó este país que no encontramos,
que no hemos visto germinar,
que acaso florecerá hoy o quizá nunca.

Pero siempre hay tiempo,
siempre habrá tiempo
para conocer las voces que mueren en la lucha,
que caen atravesadas por un alfiler
mientras nosotros
nos retorcemos clavados en los muros.
Pero siempre hay tiempo,
siempre habrá tiempo
para curtir nuestra boca amordazada
a base de gritos,
siempre habrá tiempo
para hablar de la resistencia soviética en Stalingrado,
para hablar de Hitler y sus mujeres con cabeza
[de marioneta,
para hablar de los jóvenes comunistas de Praga,
para hablar de los marines en Vietnam,
para hablar de Martí frente a las muchedumbres agrarias,
para hablar de ese país y las viejas calles de sus ciudades
[muertas,
para hablar y hablar y hablar mientras nos toca
[a nosotros,
mientras llega nuestro turno.

Tomamos café y hablamos de la inutilidad de hablar,
de quedarnos quietos,
porque después de todo, después de las tazas,
después del café y las galletas,
después de algunas conversaciones más,
después de encuentros y desencuentros,
habría sido mejor iniciar este asunto
con una sonrisa amarga entre los labios,
y haber dicho: "Yo soy Tiresias, de los dioses
[y los hombres lo vi todo,
yo presencié la invasión de los cimerios a Mileto,
y fui testigo de la primera destrucción de Sardes,
yo combatí en Éfeso el dominio del tirano Atenágoras
y en Lesbos junto a Alceo la dictadura de Pítaco,
yo anduve entre los muertos,
y hoy regreso del Hades, hoy regreso de la muerte
para contarlo todo, para decirlo todo,
para mostrarles el miedo y el valor en un puñado
[de polvo,
para revelarles el ayer,
yo les diré en qué nos equivocamos ayer,
yo les diré por qué vivimos enteramente en el ayer,
por qué vivimos de pensamientos,
de dogmas, de errores del ayer,
por qué es el pasado y no el presente
lo que hoy nos condena".

[Periódico de poesía, nueva época, núm. 12, otoño 2006]

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias amable Rafa, por postear este poema que forma parte del poemario inédito "Contracanto".

un abrazo, hermano