domingo, febrero 22, 2009

La voz del viejo Pedro Grases

Estoy preparando la clase que daré el próximo miércoles; se trata de Juan Germán Roscio, y la incómoda relación entre política y teología; sobre la historia de nuestras maneras de leer la Biblia, y la ética y política de nuestras prácticas de lectura. Por eso regreso a cosas a las que les tengo cariño, pero que hace mucho no había releído: regreso a Pedro Grases. No puedo evitar dejarle a mis alumnos una pequeña nota sobre él; no puedo sino caer en un incómodo eufemismo: ¡tanto hizo por la cultura bibliográfica latinoamericana! Grases hizo mucho por nosotros; era de esa especie rara de sabios ejercitados en la paciencia y la generosidad: se dedicó a trabajar en bibliotecas, a buscar libros, a rastrear impresiones y reediciones. Era un trabajo pequeño, como el de los ratones cuando roen papeles. Un trabajo en donde no se pueden hacer grandes hipótesis; en donde uno no puede lucirse con palabras grandiosas y tiene que aprender a estar callado, silencito. Grases construyó monumentos gigantescos a base de años, décadas de trabajar silencito en las bibliotecas del mundo: él rescató a Simón Rodríguez, el grandioso delirante, al que toda la crítica del siglo XX le tenía miedo; él nos regaló las Obras completas de Andrés Bello; él hizo la historia de las imprentas venezolanas, de los libros de ciencia, las traducciones, los periódicos.

Y hoy estuve escuchando su voz:
"El problema no es ganarse la vida... El problema es dedicar la vida; encontrarle un contenido al pensamiento del futuro. ¿En qué se trabaja? No para ganar un sueldo, sino para añadir alguna pieza al nombre propio que uno usa, al que pertenece y [¿se encuentra ligado?] para toda su vida".

En la Fundación Juan March pueden bajar archivos .mp3 donde Pedro Grases da algunas clases sobre la obra de Andrés Bello...

1 comentario:

Roberto Cruz Arzabal dijo...

Carajo, maestro. Trabajar para añadirle piezas al nombre propio, trabajar para ganar identidad y tener ahí el origen, en lo que uno ama; eso es lo que hace falta en todos lados, trabajar por amor, no por condena, no por unos pinches puntitos del SNI... Gracias por traer a todos estos maestros de vuelta a donde deben estar, a nuestras manos lectoras, algún día seremos dignos de verlos a los ojos.
(Por cierto, Rafa, mándame tu tesis por correo, ¿no? No quiero seguir aplazando el momento de leer ese amor que tu tienes por el mundo.

Abrazo.