martes, agosto 11, 2009

Juan José Arreola habla francés con su cuerpo


"Yo adquirí el francés en mis años de pseudo-aspirante a la perfección religiosa. (Mi primera traducción, hecha hacia los 15 años, fue un opúsculo de tiernísima piedad cristiana, Litanies de la Sainte Face, que unas monjas de Tlalpan se morían por leer en español: “¡Oh Santa Faz que fuiste abofeteada y escupida...!“). Lo hablaba peor que ahora, pero lo leía perfectamente. Arreola, por su parte, poseía un francés muy sui generis. Lo había aprendido a fuerza de ver y rever películas francesas, hasta saberse de memoria escenas enteras. Decía disparate y medio, pero su entonación, su mímica, sus gestos, eran los de un Louis Jouvet, los de un Jean-Louis Barrault. (Cuando Jouvet llegó con su troupe a Guadalajara, Arreola, pobre de solemnidad, compró un buen ramo de rosas y fue, sin que nadie se lo pidiera, a recibirlo en la estación. Yo, tímido, me quedé a un lado, pero presencié la escena: Jouvet, resplandeciente, en el estribo del tren; Arreola, abajo, ofreciendo a dos manos sus rosas e inundando al dios en un mar de bienvenidas; y Jouvet en actitud de recibir la ofrenda, pero inmóvil como estatua, paralizado, abriendo tamaños ojos, absolutamente hechizado por el extrañísimo idioma del adorador)."

-Antonio Alatorre, "Para la historia de la cultura provinciana", Vuelta, núm. 104 (julio de 1985), p. 51.

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