miércoles, enero 27, 2010

Uno de mis secretos




Ya que estamos hablando de nuestros miedos, te lo puedo decir: le tengo miedo a la sopa de pasta. Mi mejor amigo, Andrés, me regaló un delantal: dice "peligro, hombre cocinando". Yo le quise regalar unos zapatos ortopédicos, para que se canse menos en las horas de trabajo. Pero la zapatería estaba cerrada. Andrés se echó a reír, y me dijo que de veras éramos como hermanos: nomás a los hermanos se les ocurre regalar zapatos. Tengo el privilegio de la buena voluntad y del aburrimiento. Una vez alguien me dijo: soy pésima para cocinar. Una vez, yo respondí: a mí me encanta cocinar, pero me olvido muy rápido de cómo hacerlo: soy pésimo. He aprendido cinco veces a hacer sopa de pasta, y cuando la vuelvo a hacer descubro que ya no me acuerdo. Se me quema la sopa, y trato de hacer bromas conmigo mismo para sentirme menos triste por haberla quemado. A mí me gusta cocinar, pero sólo cuando te invito. En una película dicen: la cocina es el corazón de las casas. Cuando como solo, meto la cuchara directamente a la lata, como guerrillero enmascarado que come a la mitad de una guardia en el inmenso país de nuestra soledad. Tengo un cuaderno donde escribí todas las recetas que me gustaban antes de irme por segunda vez de la casa. Cada receta está llena de los detalles más nimios: son las pequeñas tablas de salvamiento para ganar seguridad mientras se cocina y el otro está sentado en la barra. Un día invité a una amiga a desayunar. Estábamos haciendo huevos estrellados. Había tanto nerviosismo y alegría, que yo movía y movía los huevos, hasta que se rompieron y quedaron pegados al sartén. Siempre que me pasa eso tengo una sensación muy parecida a la vergüenza. Ella me dijo, como para consolarme: deberías dejarlos cocinarse solos. Yo dije: uno debería dejar que muchas cosas pasaran solas. El ritmo de los huevos en la cacerola es como el ritmo de todas las cosas. El ritmo del mundo. A veces hacer es dejar de hacer. Pero yo quiero escribirte a diario, y me pongo contento cuando me llegan tus correos y leo que tú también me querías escribir. Estoy viviendo la crisis de la soltería: cocino para mí. La comida se pudre: es que casi no vengo a comer. Tengo que tirar todo: me enojo conmigo mismo. El refri queda vacío. Lo abro para buscar qué comer, y no hay nada porque el refri está vacío. Me recuerdo a mí mismo que no debo dejarme vencer: hoy llegué cansado, pero me puse a hacer sopa de pasta. No se me quemó, lo cual es bueno, pero la verdad le falta aún un poco de sazón.

11 comentarios:

Roberto Cruz Arzabal dijo...

Hacía mucho que no leía algo tan personal en tu blog. Es un texto muy hermoso por conmovdor, y conmovedor de tan cercano. Te cuento que hubo días en que me sentí así, cuando aprendía a valerme por mí mismo, al menos en la cocina, y capotear la soledad de los primeros años en la carrera.
Te mando un abrazo muy fuerte.

Lor dijo...

¿Cómo lidia uno con el vértigo de la soltería?
Voy a hacer una pequeña confesión: hoy, por primera vez en mi vida, pedí una pizza sola, a mi propia dirección. Me llevé la caja a la cama y la abrí sobre el edredón. Antes de terminar la primera rebanada sentí que estaba masticando aserrín húmedo, y el hastío me llenó de tristeza.

El Arbitrario dijo...

Estimado Rafael, me interesa otener tu correo electróncio para mandarte una carta invitación. Saludos. Fernando Trejo. mi correo es nanditodelavega@hotmail.com

Anónimo dijo...

Cocinas para ella, supongo... supongo que ambos lo hacemos... un saludo, extraño.

Tav0 dijo...

ahora se porque pediste sopa de pasta en el cenote azul...
un saludo rafa y animo... quiza aveces es momento para aprender a estar con nosotros mismos o algo asi ... nos vemos...

Yolanda dijo...

Qué bello y personal. Me llegó porque casualmente esta mañana he cocinado, me encanta hacerlo, es como si con cada tortita de acelgas (que es el platillo de hoy)le dijera a mi familia "los amo, perdón por no venir a comer en familia" mientras yo como tacos de canasta en la facultad con otros compañeros que tampoco pudieron ir a casa...
Saludos.

Ángel Vargas dijo...

Esa vida plagada de soledad, de hambre y de tiempo que se va.Comparto su añoranza por la buena sopa. Por la sopa perfecta. A veces lamento no haberme acercado un par de veces a la cocina de mamá,robar sus secretos o haberlo intentado cuando me decía que algún día lo iba a necesitar. Ahora, en soledad, tengo que descubir mi propia receta.

Ánimo profe. Siga cocinando para la soledad y use sal de cebolla, así, cuando ella se haya ido, su sazón habrá mejorado.

Anónimo dijo...

un abrazo infinito... yo te cocino una buena sopa a la vuelta, pero no de pasta porque la detesto.
brendadeviaje

Anónimo dijo...

Rafael, vi invasor sim, star wars, vi también algunos capítulos de marvin y su perro marciano...sé quien eres. o mejor, sé que no eres...
tú no eres de este planeta.No sabemos de donde vienes, sólo vas con un pequeço libro de luz en las manos y una chispa de luz en la sonrisa
je

muchas gracias!

robles quiroz dijo...

la lectura de tu texto une algo de mi pasado con algo de mi presente

robles quiroz dijo...

la lectura de tu texto une algo de mi pasado con algo de mi presente