"Sucedió, dice el padre, que las negras, al ver a sus maridos teñidos de negro, sufrieron tal impresión que su raza sufrió para siempre las consecuencias. Lo mismo le sucedió a las mujeres caribes que, por la misma fuerza de imaginación, dieron a luz niños rojos. Trae a colación el ejemplo de las ovejas de Jacob, que nacieron abigarradas gracias al acierto que había tenido este patriarca al poner ante sus ojos unas ramas a medio descascarar; estas ramas, que parecían aproximadamente de dos colores, dieron así dos colores a los corderos del patriarca. Pero el jesuita debía saber que todo lo que sucedía en los tiempos de Jacob ya no sucede en nuestros días".
Y añade (con mala leche):
"Si le hubieran preguntado al yerno de Labán por qué sus ovejas, que veían todo el tiempo la hierba, no criaban corderos verdes, lo habrían puesto en un buen apuro".(VOLTAIRE, Filosofía de la Historia, ed. y tr. M. Caparrós, Madrid, Tecnos, 1990, pp. 41-42).
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